¿Los microorganismos que están en nuestra boca nos favorecen?

¿Qué hacen en nuestro cuerpo?

En nuestro cuerpo hay microbios que nos hacen favores, otros que nos pueden jugar malas pasadas y otros que no hacen ni una cosa ni la otra. Además, parece que todo depende del equilibrio en el que se encuentre la comunidad microbiana entera, es decir, todo el ecosistema.

Quizás uno de los papeles más importantes de nuestro microbioma es actuar de barrera frente a otros microbios que nos podrían colonizar rápidamente.

Los microbios son expertos en aprovechar cualquier producto orgánico y nos ayudan a digerir muchos productos de nuestra alimentación, como las pectinas presentes en muchos vegetales. Sin alguno de estos microbios, algún producto nos podría causar una mala digestión. La microbiota intestinal influye en la cantidad de gases que producimos, la cantidad de energía que consumimos, o las reservas de grasa que podemos almacenar. De hecho, parece evidente que el microbioma puede jugar un papel importante en algunos casos de obesidad. Los microbios de la boca pueden influir en el nuestro aliento o en la probabilidad de sufrir caries; los de la piel nos pueden proteger de alergias, producir caspa o eccemas. La lista de enfermedades relacionadas con alteraciones del microbioma se va alargando: enfermedad de Chron, diabetes, diversas alergias e intolerancias, algunos tipos de cánceres, arteriosclerosis e incluso el autismo.

Algunos investigadores se centran en utilizar información del microbioma para poder diagnosticar ciertas enfermedades y otras maneras de mejorar el estado de las enfermedades mediante intervenciones en la composición del microbioma. Los microbios interaccionan continuamente con nuestro cuerpo, enviando señales químicas que nuestras células entienden. Con las células microbianas, nuestro sistema inmune aprende a defenderse de enemigos peligrosos y a no causar inflamaciones innecesarias con aquellos organismos comunes e inofensivos.

Pero en nuestro cuerpo también se comunica con los microbios mediante la secreción de algunas substancias de las mucosas, con lo que se asegura favorecer a sus compañeros de viaje favoritos. La leche materna, por ejemplo, contiene sustancias que nuestro organismo no sabe digerir pero que a las bacterias lácticas les parecen deliciosas, así se asegura que el recién nacido sea colonizado rápidamente por bacterias que le ayudarán a digerir su alimento. Esto son solo unas pocas pinceladas sobre lo poco que aún conocemos de nuestro microbioma.

¡Nos queda mucho por descubrir de un mundo fascinante!